EL BEATUS ILLE

Beatus ille qui procul negotiis,
ut prisca gens mortalium paterna rura bobus exercet suis
Dichoso aquél que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, 
dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes
 
Canción de la vida solitaria. Fray Luis

El aire el huerto orea

y ofrece mil olores al sentido;

los árboles menea

con un manso ruido,

que del oro y del cetro pone olvido.

Téngase su tesoro

los que de un falso leño se confían;

no es mío ver el lloro

de los que desconfían,

cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena

cruje, y en ciega noche el claro día

se torna; al cielo suena

confusa vocería,

y la mar enriquecen a porfía.

"A UN NAVIO"                Jáuregui

Este bajel inútil, seco y roto,
tan destrozado ya del agua y viento,
vio con desprecio el vasto movimiento
del proceloso mar, del Euro y Noto.

Soberbio al golfo, humilde a su piloto,
y del rico metal siempre sediento,
trajo sus minas al ibero asiento,
habidas en el índico remoto.

Ausente yace de la selva cara,
do el verde ornato conservar pudiera,
mejor que pudo cargas de tesoro.

Así quien sigue la codicia avara,
tal vez mezquino muere en extranjera
provincia, falto de consuelo y oro.


 

Juan de Jáuregui, poeta sevillano de la escuela barroca de esa ciudad, se somete al tópico del "Beatus ille", tan de gusto clásico como barroco. Horacio descubrió el tema entre sus Epodos y lo trató con ironía al hacer el elogio de la vida campesina a través de un usurero cuya vida entra en clara contradicción con lo que proclama. En cualquier caso Horacio hizo honor al regalo de Mecenas al retirarse a vivir a la casa de campo cercana a Tívoli. Allí consiguió encontrar la paz y la tranquilidad que ambicionaba, y desde allí censuró el cosmopolitismo de una Roma preimperial  que se escindía en sucesivas guerras civiles. Por otra parte, como ya había ocurrido en el imperio de Alejandro, la concentración del poder supuso la proliferación de sátrapas y, a su alrededor, una serie de medradores acabó haciendo de la cosa pública un  "mal necesario" del que era preciso alejarse, "vivir oculto" al decir de los epicureístas. Así las cosas, si como hace Fray Luis al imitarlo, eliminamos los cínicos versos finales, el Beatus ille representa un canto a la vuelta a los orígenes, al regreso a la vida campestre aún no contaminada por usos tan refinados como licenciosos o corruptos. Además se constituye en canto del  "aura mediocritas" y aviso de los peligros que supone estar a merced de los caprichos de un amo. Su mensaje se convirtió en tópico al ser repetido por hombres a quien la ambición de poder impedía el alejamiento verdadero: cuando abundaron  Alifos  -es el nombre del usurero-  que buscaron en el estoicismo la cobertura ideológica para pensar de una forma y actuar de otra: el sabio es libre en la medida en que mantenga a salvo su libertad interior, pero tras afirmar esa autonomía íntima regresa a la política sometiéndose al orden cósmico en cuya parcela le ha tocado vivir. Dos cimeros ejemplos hispanos de esta contradictoria manera de predicar y vivir son Fray Luis de León en su "Oda a la vida retirada" y Fernández de Andrade en su "Epístola moral a Fabio". Uno en el Renacimiento y otro en el Barroco cantaron lo que en España se llamó  "Menosprecio de corte y alabanza de aldea", y sin embargo no renunciaron a buscar el poder y la gloria.

El análisis de lo proclamado en el  Beatus ille se puede ver en estos cuatro puntos:

1º.- Alifo y/o el autor sienten nostalgia de un paraiso perdido: han trocado la vida rural de la que proceden por la vida en la corte, y en esta situación se lamentan nostálgicamente. En nuestro poema: Ausente yace de la selva cara.

2º.- Consciencia de que la ambición provoca ruina; en el Beatus ille horaciano se ve la desgracia del guerrero, del comerciante y del cortesano. En nuestro poema:

Este bajel inútil, seco y roto

falto de consuelo y oro

do el verde ornato conservar pudiera.

3º.- Razonado desprecio de lo civilizado, de lo refinado, del poder. Alifo es consciente de que el campesino no ambiciona refinamientos palaciegos.

En nuestro poema:

soberbio al golfo

vio con desprecio el vasto movimiento

esa situación se produce cuando ya no tiene remedio.

4º.- Consciencia de que el ambicioso vive esclavo de su propia ambición, de su príncipe, y envidiado de la situación privilegiada que tiene. En Horacio no está plasmada la idea, pero sí está implícita ya que Alifo no cambia de vida con el cambio de mes. En nuestro poema:

humilde a su piloto

y del rico metal siempre sediento.

Dicho esto, vemos que el Poema de Jáuregui es una alegoría sobre el tema del Beatus ille:

bajel

pretendiente

 

viento y agua

cualquier tipo de elemento, natural o humano hostil.

piloto

príncipe, poderoso.

 

selva 

 aldea perdida.

 

El cambio sustancial que se ha producido es que aquí la advertencia se hace con posteridad a la catástrofe. La idea de la inestabilidad de la fortuna es la que condiciona la aventura como locura. El núcleo temático se ha desplazado del elogio de la vida rural  -donde la felicidad se da por consabida-  a la reprobación de la vida aventurera porque es más breve y porque en ella no se encuentra ningún tipo de solidaridad. Entre los muchos textos que desarrollan el tema tal vez sea el de Lope en "El villano en su rincón", de 1617, el último en cantar los placeres de la vida sobria del campo; metidos de lleno en el s.XVII, hay más aviso del riesgo de pretender, que convencimiento de que la "selva cara" proporcionase verdadera felicidad.

Jáuregui, barroco temprano tal vez debido a su condición de pintor, encuentra mayor plasticidad en el navío desarbolado, antaño equilibrista entre elementos desbocados, que en el armónico bosque de alerces.

 

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